miércoles, 13 de agosto de 2014

El otoño de mis Converse

Son pequeños detalles los que delatan a un ser adulto, más allá de independizarte o necesitar dormir ocho horas para ser una persona funcional.

Con las responsabilidades he podido lidiar, pero algo que me costó trabajo, y hasta me dolió en mi corazoncito (y de paso, a mis pies), fue tener que dejar a un lado los Converse.

¿Por qué? Me lastiman. Bien me decía mi mamá que esos tenis no le gustaban por su suela plana, mala para el arco. No sé cómo puedes caminar con esos, me decía en mi juventud. 

Hasta hace poco entendí a mi madre. He limitado el uso de mis Converse (a ocasiones muuuy especiales, que no requieren caminar mucho) porque me cansan. Esos zapatos que tanto significan, entre rebeldía, carga histórica y diseños increíbles (mis favoritos son los de camuflaje militar), ahora son sinónimo de dolor en los pies. Bienvenida a los 30.


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