miércoles, 19 de agosto de 2015

Tuve una bisabuela

Hoy, por primera vez, conocí a mi bisabuela. Hasta me cuesta escribir la palabra: bis-a-bue-la. Nunca me había preguntado sobre mis bisabuelos, si acaso he preguntado sobre mis abuelos que, en el mejor de los casos, apenas conocí.


Practico una nada honrosa tradición de decir: “el papá de mi mamá” o decirle a mi mamá: “tú mamá” para referirme a mi abuela. Decir la oración “mi abuelo es o hizo tal”, no, nunca. Son extrañas para mí esas palabras y mucho más esas relaciones familiares. 


A mi abuelo materno apenas lo conocí. Me regalaba libros de su biblioteca personal cuando lo visitaba, siempre imaginé que lo hacía para desocupar espacio de su apretado, desordenado y sin aire acondicionado hogar (es que una casa en Matamoros sin clima no es casa habitable).


Mi abuela materna todavía vive, pero la he visto dos veces en mi vida: una vez que mi tía A (prima de mi mamá) me llevó, en contra de mi voluntad, a conocerla. Recuerdo sus palabras más o menos: tienes que conocerla, es tu familia; como si fuera una obligación. La segunda vez fue en el funeral de su exesposo, el papá de mi mamá, “mi abuelo”. No sé mucho de ella, sólo sé que dejó a mi mamá y tíos de pequeños y que tuvo un hijo diabético con su segundo esposo. 


Mis abuelos paternos ya habían desaparecido de este mundo cuando yo aparecí en él (ahora que estoy leyendo a Merleau-Ponty tengo sus conceptos pegados). Sólo los conozco detenidos en el tiempo en blanco y negro.


Así que no, no supe lo que significa ser nieta. Cuando veo cómo mis sobrinas adoran estar con su abuela (mi mamá), alcanzo a entender un poco lo que me perdí. Me tocó no tener abuelos. Sí, me queda una abuela, pero el tiempo para conocerla has come and gone, el lazo sanguíneo no me es suficiente y, además, ella tiene a sus propios nietos. 


Esta condición no me permitía imaginar quiénes estaban antes, conocer a mis bisabuelos me parecía extravagante. Pero hoy me apareció una foto de mi bisabuela, gracias a mi tía M.

 Sé que a mi hermano C le gustará la foto, porque él también es guitarrista.
 
Se llamaba Ana María González. Cuando le pregunté a Y si la conoció, me dijo: “uuuuyy, no, ni cómo”, pues el papá de mi mamá (hijo de mi bisabuela) casi fue huérfano. Unos dicen que era de Tampico, otros de Guanajuato. Investigaré, pero hoy no importa de dónde viene, sólo importa que tengo una pieza más para saber de donde vine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario