Ya casi oscurecía, hecho que en Tamaulipas significa:
guardarse. Pero pensamos que podíamos llegar a buena hora a Victoria. Mi
tía M manejaba, yo de copiloto y mi mamá vivía la tranquilidad de ser pasajera
(I like the peace in the backseat). Los levantamientos en el estado se han
extendido, no sabemos cuánta gente es enterrada sin nombre, muerta sin duelo,
desaparecida a la fuerza. Simplemente no lo sabemos.
Llegamos a la desviación. Tía dio la vuelta para tomar el
camino hacia Victoria, pero se orilló demasiado. Cuando sentí el movimiento
extra, volteé para tratar de identificar porqué había dado la vuelta tan
abierta. Escuché que dijo: ay Y. A un costado, vi un carro y alcancé a ver al
copiloto con un arma apuntando al cielo. Nos detuvimos en la orilla, dos de los
tres hombres se bajaron, se pararon a un lado de la camioneta y nos dijeron que
nos bajáramos. No dudé en quitarme el cinturón, desabrochar el cinturón a tía y
decirle que bajara, no dudé en abrir la puerta, bajarme, abrir la puerta de
atrás, ayudar a mi mamá a bajar y cerrar la puerta. Dejé a mi mamá parada y me
acerqué a la ventana del copiloto para escuchar a mi tía, quien ya se había
bajado también, decir: llévatela, ahí está, llévate la camioneta.
Recuerdo ver hacia la vegetación a orilla del camino y
preguntarme: ¿si corro y me escondo? Pero no podía irme sola. Cuando uno de
ellos se llevó la camioneta, recuerdo que sólo pensé: si nos van a matar, que
sea a las tres; si nos van a levantar, que sea a las tres; la idea de
separarnos me pareció la peor opción. Vi el cielo azul oscuro lleno de
estrellas, al menos quería tener una imagen sublime en mi cabeza.
Nos quedamos a un costado del camino y, entonces, sentí miedo. Todo pasó en menos de 5 minutos que no tienes tiempo de nombrar los sentimientos, pero en ese momento sentí el miedo: ¿qué tal si regresaban, si llegaban otros, si los coyotes bajaban de la montaña, si teníamos que caminar, si pasábamos la noche en la carretera? Un camión de pasajeros pasó, tía le hizo señas para que se detuviera, el chofer nos vio, pero no lo hizo. No lo culpó, no sé si yo hubiera hecho algo diferente. Mamá, entre lo fugaz del momento, confundió su bolsa con la bolsa del atole, al menos teníamos eso. Recordé que alcancé a tomar mi bolsa, en ella estaba mi celular. Le marqué a mi querida prima V, traté de hablar lo más calmada posible para decirle que estábamos bien, pero algo había pasado. En lo que llegaron por nosotras, sólo nos quedó esperar en la oscuridad y vi el cielo oscuro, y no fue la última vez que lo vi.
Apenas empieza a ponerse el sol y la oscuridad llega.
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