sábado, 30 de enero de 2016

Carta de amor a Ciudad Monstruo 1/2

Por casualidad nací y crecí en el DF o Ciudad de México o aquí en este monstruo de ciudad. Mi papá, de una familia conservadora arraigada en Querétaro (hasta tenemos un antepasado que mataron en el Cerro de las Campanas por apoyar el gobierno de un extranjero; sí, así de old-fashioned es ese lado de la familia), y mi mamá, que huyó de la frontera del Norte (aquí puedes leer sobre eso), llegaron al DF, después de haber vivido en las montañas (aquí más sobre el tema), por trabajo.


De niña pensaba que así era la historia de todos lo que vivían en el DF, que los papás de mis amigos en la primaria venían de otros estados y habían llegado a la ciudad a tener hijos. Después me enteré que no, que no era el caso de todos y de los que sí era el caso, sus papás venían de lugares más conocidos o convencionales como Michoacán, Guerrero, Veracruz o Oaxaca, sobre todo.

Los familiares que nunca han dejado Querétaro y los otros familiares regados en Estados Unidos y uno que otro integrante en Tamaulipas nunca han entendido porqué vivimos aquí, pues mi familia fue la única que se instaló en el DF. Mis papás, hermanos y yo somos los únicos chilangos. Creo que no lo entienden porque ellos son de ciudades pequeñas.

Siempre me fascinó este lugar. En la preadolescencia, me gustaba saber que afuera de mi entorno controlado del hogar había un caos y que lo había todo, saber que mis hermanos y yo podíamos ir a colegios fresas fuera de nuestra colonia, que mamá trabajaba lejos y que papá nos llevaba a comer al Centro cada semana. Me gustaba saber que el DF era muy grande.


Mamá dice que ha vivido más tiempo en el DF que en cualquier otro lado. Contesta con un fuerte NO, cuando alguien le pregunta si va a regresar a Tamaulipas o a un lugar aburrido, como Texas. Hace poco conocí a una viejita viuda que nació en Tepic y me platicó que su familia de Nayarit le dice que regrese, qué hace aquí sola. Ella se rió y me dijo: “imagínate, quieren que me regrese; nunca, allá me aburro al segundo día”. No vamos a cambiar al DF, supongo.

(Aquí puedes leer la segunda parte de la carta).


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